El Padrenuestro como legado inscrito en el madero de la cruz

En el Padrenuestro, la oración y la contemplación de la cruz nos llevan a comprender el misterio divino de la Trinidad revelado en Jesucristo.

Viviendo se hace oración y orando se vive: algunos ejemplos bíblicos

La Biblia es un testimonio de oración, pues toda la historia de Israel está contenida en las oraciones que se originan en el seno del pueblo.

Así, se cuenta con varios ejemplos, como es el caso de Abraham. En él, las oraciones son fruto de la escucha a Dios y su relación con el ser humano. La de Abraham es una de obediencia, quien responde con un “Heme aquí”, ante la intervención de Dios.  A su vez, es petición y lamento[1].

Otro ejemplo es Jacob[2], un hombre que, al regresar a su patria luego de haber sido próspero, tiene un encuentro con Yahvé. Encuentro en el cual se da una lucha, consecuencia de la cual hay un cambio de actitud[3].

Otro personaje que dialogó con Dios y que renovó su fe y confianza fue Moisés. Es un personaje que se caracteriza por ser intercesor. Su misión fue la de ser mediador entre Dios y el pueblo, con su particular gesto de las manos alzadas[4]. El hecho de que Dios hablara “cara a cara” con Moisés es señal de confianza[5].

Otros casos son los de David, o profetas como Jeremías. La figura del profeta constituye un hombre de profunda oración[6]. El profeta Jeremías es testimonio de oración, como de una relación de intimidad y confianza con Dios. Su oración personal está ligada a su misión profética, evidente en todo el libro del profeta, exponiendo sus sufrimientos, las decepciones y las crisis propias de un hombre de fe[7].

De los Salmos a los Hechos y al Padrenuestro

Los Salmos son quizás el alma de la oración bíblica. Fueron compuestos a lo largo de la historia de Israel, la cual es traducida en oración narrando los gestos de Yahvé y su pueblo. Son los sucesos de la vida a la luz de la fe, conscientes de la cercanía de Dios hasta llegar a la oración de Jesús.

En su día a día, la oración tiene un lugar importante[8] para Jesús, pues pone de manifiesto la escucha de la Escritura y la meditación que hacía sobre ella[9]. Haciendo esta lectura de los pasajes veterotestamentarios, Jesús comprende su experiencia del mismo modo que la comunidad cristiana en los Hechos de los Apóstoles.

Evidencia desde el principio es que los discípulos fueron “asiduos y unánimes en la oración”[10]. Es decir, eran constantes y perseveraban con esfuerzo en la oración en fraternidad por el don del Espíritu Santo[11].

La oración sustenta la vida de la comunidad en conjunto con la escucha de la Palabra, y la fracción del pan[12]. Una oración significativa en Hechos de los Apóstoles la encontramos en 4, 24-30, con motivo de la liberación de Pedro y Juan. A su vez, los discípulos, de modo personal como San Pablo, exhortan a sus comunidades a permanecer y perseverar en la oración en todo momento del día y en necesidad sin desfallecer[13].

Sin embargo, él mismo es un hombre de oración incesante[14], pues ella hace eficaz su apostolado[15], pidiendo por la salvación de los judíos[16] y la difusión del Evangelio[17]. En su conjunto son expresión del cómo y el porqué de este diálogo, el cual manifiesta todo tipo de sentimientos y momentos: súplicas, reflexiones, agradecimientos, entre otros.

Jesús como maestro de oración: el Padrenuestro

Jesús como maestro enseña qué es la oración y cómo se debe de orar. Lo hace desde su persona orante, en lo cotidiano. Él encuentra espacio para la oración[18] en todos los acontecimientos de su vida como: en su Bautismo[19], en la Transfiguración[20], en Getsemaní y en su Pasión y Muerte.

De este modo instruye al ser humano a mirar a Dios como Padre cercano, construyendo en la oración una experiencia de amor que sea fraterna. Una basada en el diálogo constante e íntimo, así como en la escucha, pues Él llama a cada uno por su nombre[21], en lo discreto.

Las Sagradas Escrituras contienen “nociones inauditas de Dios”, que transmiten la novedad del cristianismo. Es el actuar de Dios como una experiencia vivida en la cotidianidad de la persona y de la comunidad.

Una experiencia que tiene su culmen y consumación en la persona de Jesucristo cuando se encarna en la humanidad, Así San Máximo el Confesor: “En el Padre Nuestro se encierra la petición de todo lo que ha sido revelado en el Verbo Encarnado”[22].

Como aquel Pastor que viene en busca de su oveja perdida[23], rescatada del abismo del pecado en el sacrificio de la Cruz, acontecimiento perpetuado en el memorial eucarístico[24]

La audacia cristiana en el Padrenuestro

La audacia cristiana radica en llamar a Dios, “Padre”, pues no es solamente una fórmula[25], sino que confiere una relación familiar con una persona [26]. Una persona como lo es Jesucristo y, que, por el don del Espíritu Santo, se puede acceder a este diálogo llamado oración[27]. De esta manera, toda invocación que se haga a Dios se dirige desde el mensaje contenido en el Padrenuestro, porque contiene la Buena Nueva.

Es así como se ejemplifica en las palabras pronunciadas por Jesús en Getsemaní[28], quien perseveró en el clamor misericordioso que es capaz de restaurar todo aquello que amenaza la armonía filial y fraterna. Por ello, el cristiano acoge también con humildad y gratitud la salvación otorgada en la Cruz por la llave del perdón.

Una actitud para imitar del cristiano para con su prójimo[29], reconociendo esa identidad como hijos de Dios por la fuerza del Espíritu Santo: “la gracia nos atrae a ese diálogo de amor de la Santísima Trinidad.”[30].

Conclusiones

El Padrenuestro, oración por excelencia, descubre el Misterio Divino del Dios Trino desde el Antiguo Testamento, realizándose plenamente en Jesucristo. El Señor, revelado a los seres humanos desde el Antiguo Testamento, mostró el plan de salvación que redime a las criaturas. Ante todo, restaura la dignidad humana[31].

En última instancia, la oración y la contemplación de la Cruz nos llevan a comprender el Misterio Divino de la Trinidad revelado en Jesucristo. Contemplar la Cruz es mirar la agonía y el dolor causados por el pecado. Pero también es ver la esperanza y la confianza en un Padre que se entrega completamente por amor a sus hijos.

La oración es un camino que conduce al encuentro íntimo entre el ser humano y Dios. Es un diálogo que nace del corazón; una expresión de humildad y reconocimiento de la necesidad de la gracia divina para saciar el vacío causado por el pecado.

El amor, definido como el máximo mandamiento, es un aspecto esencial de la oración y nos lleva a buscar una relación íntima con la Trinidad. Esta relación se manifiesta en la vida cotidiana, en el servicio al prójimo y en la apertura al amor divino en todas sus dimensiones. Las dimensiones vertical, horizontal y trascendental en que la Cruz se convierte en un símbolo de este amor. Uno donde el sacrificio de Jesucristo en la Cruz muestra la entrega total por amor a la humanidad.

Jesús nos enseña cómo orar desde la importancia de la humildad, el silencio y la intimidad en la oración. El Padrenuestro en particular, revela la voluntad divina y las necesidades fundamentales del ser humano. La oración nos permite entonces experimentar el abrazo del amor misericordioso de Dios y nos convierte en testigos de este amor en el mundo.

Referencias bibliográficas

[1] cf. Gén 15, 2-3

[2] Papa Francisco, “Audiencia General. Catequesis: La oración de Jacob.”, Roma, 2020.

[3] cf. Gén 32, 30-31

[4] cf. Éx 17, 8-13; 32, 11-14.30-34; Núm 14, 10-20; 16, 22; 21, 7

[5] Núm 12, 6-8; Éx 33, 11; Dt 34, 10

[6] 1 Re 19, 4.10.14; 19, 15

[7] Jr 12, 1-6; 15, 10-21; 12, 14-18; 18, 18-23; 20, 7-18

[8] cf. Mc 1, 35; 6, 46

[9] Sal 22; cf Mc 15, 34 o Sal 31, 6 cf. Lc 23, 46

[10] cf. Hech 1, 14

[11] Hech 2, 1ss

[12] Hech 2, 42-48

[13] 2 Tes 2, 114; Flp 1, 4; 4, 6; Ef 6, 18; Col 1, 3

[14] Rm 1, 10; Col 1, 9; 2 Tes 1, 3; 2, 13

[15] 2 Co 1, 11

[16] Rom 10, 1

[17] 2 Tes 3, 1

[18] cf. Mc 1, 35; 6, 46, (BJ)

[19] cf. Lc 3, 21

[20] cf. Lc 9, 28

[21] cf. Ap 2, 17

[22] Pereira de Matos Manuel Alberto., El Padre Nuestro, la Oración Trinitaria de los hijos de Dios”, Salamanca, España, Ediciones Secretariado Trinitario, 2007, p. 28.

[23] Cf.  Benedicto XVI., “Carta Encíclica Deus Caritas Est”, Roma, 25 de diciembre, 2005, n. 12.

[24] cf. Ex 16, 16-22,

[25] (cf Mt 6, 7; 1 R 18, 26-29)

[26] Papa Francisco., “Audiencia General”, Plaza de San Pedro,22 de mayo 2019.

[27] cf. CEC n. 2767.

[28] cf. Mc 14, 36

[29] cf. Mc 11, 25.

[30] cf. Mt 27, 46; Sal 22.

[31] cf. Col 2, 2-3.

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