La Encarnación del Hijo de Dios en la Navidad

Más allá de ser una época secuestrada por el consumismo, la frivolidad y el exceso de las cercanas fiestas de fin de año, en la Navidad es cuando los católicos y otros cristianos redescubrimos con mayor profundidad el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.

Por tanto, meditemos en algunos textos bíblicos y su vinculación con otros de la Tradición y el Magisterio, para saborear la verdadera natividad.

Justicia, misericordia y verdad: el sentido profundo de la Navidad

Es necesario abrir el corazón para comprender el sentido profundo de la Navidad, ¿qué es lo que acontece real y sobrenaturalmente? Podemos sondear el Evangelio según San Juan, donde se empieza a develar una dramática realidad, cuya trascendencia no se agota con los siglos:

“Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria,

gloria que recibe del Padre como Unigénito,

lleno de gracia y de verdad.” (Jn 1:14)

El Dios eterno crea el universo por medio de su Palabra (Gn 1:1-31; 2:1-4), y como bien lo expresó Santo Tomás de Aquino, en todas sus obras se encuentran la misericordia, la justicia y la verdad (trad. en 2009, S.T. I, 21, 4).

Dios mismo no puede hacer nada que no responda a su sabiduría y bondad, y aunado a esto, en su actuar con las cosas creadas siempre se encuentran orden y proporción, fundándose en esto su justicia.

Así, la justicia y la misericordia están íntimamente unidas: “Por lo demás, la obra de la justicia divina presupone la obra de misericordia, y en ella se funda.” (trad. en 2009, S.T. I, 21, 4).

Siguiendo a Santo Tomás de Aquino, el Papa San Juan Pablo II planteó en la encíclica Dives in Misericordia, que todas las obras de Dios −es más, toda la creación− son una manifestación de su amor y su misericordia.

Hacia la imagen de Dios invisible

¿Adónde nos lleva todo esto? Veamos lo que nos dice San Pablo acerca de Jesucristo en la Carta a los Colosenses:

“Él es la imagen de Dios invisible,

Primogénito de toda la creación,

porque en él fueron creadas todas las cosas,

En los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles,

tronos, dominaciones, principados, potestades.

Todo fue creado por él y para él; Él existe con anterioridad a todo,

Y todo tiene en él su consistencia.” (Col 1:15-17)

Jesucristo, en quien se funda nuestra fe, es la Palabra de Dios, desde la cual todo ha sido creado, tanto la realidad invisible, como la visible. A su vez, quien nace en el pesebre de Belén es la encarnación misma de la justicia, la misericordia y la verdad divinas.

Él es quien revela el misterio del Padre, quien habita en una luz inaccesible (1 Tim 6:16). Por eso se nos dice en el Evangelio según San Juan: “A Dios nadie le ha visto jamás: lo ha contado el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre.” (Jn 1:18-20).

Según González de Cardedal (2006), Jesucristo es quien revela cuál es la lógica que subyace a todo el Antiguo y Nuevo Testamento, y es la de un movimiento creciente de Dios hacia el ser humano a través de la historia, hasta llegar a compartir nuestra naturaleza y destino.

En otras palabras, desde la creación de Adán y Eva hasta Jesucristo, el Dios eterno e inefable va revelando progresivamente el misterio de su amor hasta hacerlo plenamente en el hacerse uno de nosotros, en el compartir plenamente nuestra humanidad.

Por eso el Concilio de Calcedonia, realizado posteriormente en el año 451 d.C., declaró que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, condenando así la herejía nestoriana. Jesucristo es así la perfección suprema de toda la relación de Dios con el ser humano, perfección a la que nos invita al resto de nosotros (Mt 5:48).

Referencias bibliográficas

González de Cardedal, O. (2006). Fundamentos de Cristología. Tomo II. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Juan Pablo II. Carta Encíclica Dives in Misericordia. Nov 30 de 1980. Recuperado de: http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30111980_dives-in-misericordia.html

Santo Tomás de Aquino. (Trad. en 2009). Suma de Teología. I parte, I. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

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