La esencia de un pontificado: olor a oveja y a esperanza

El pontificado de Francisco estuvo marcado ante todo por un enfoque pastoral y centrado en volver a una Iglesia misericordiosa y de acogida.

Se trató de un pontificado que buscó renovar en los pastores de la Iglesia el olor a oveja y la cercanía con los fieles para convertirse en sembradores de esperanza. El Papa es signo visible de unidad[1], llamado a servir desde el amor, un servicio encarnado. Cada Pontífice de la Iglesia Católica como Vicario de Cristo asume su rol como Pastor[2], guiando el rebaño a pastar en verdes campos como recita el salmista[3], forjando un camino hacia la esperanza de una vida en plenitud con y en Jesucristo, pero al mismo tiempo, se convierte en representación de San Pedro, es decir en «roca», sobre la cual la Madre Iglesia se afirma y custodia con reverencia y magnificencia la fe en Jesucristo; promesa hecha carne y vivificada día a día en el memorial eucarístico; con firmeza es custodio de la doctrina: defensa de la vida, familia y justicia social. Por tanto, el Papa enseña, acompaña y siembra esperanza en un mundo herido recordando que la plenitud de la vida está en Jesucristo, «camino, verdad y vida«[4]

Francisco, un pastor con olor a oveja

En el pontificado del Papa Francisco su magisterio como Pastor tuvo un enfoque pastoral y misericordioso, proponiendo una Iglesia de acogida[5], que a su vez acompañe e instruya sobre la Buena Nueva, pues cada cristiano debe de ser consciente de la experiencia de Jesucristo[6], mientras que en el plano administrativo como el Padre cabeza de la Iglesia peregrina por este mundo, propició cambios en procura de restablecer el mandato misionero[7], convocando al Sínodo de la Sinodalidad, manifestando a una Iglesia de «puertas abiertas», donde el diálogo, la comunión y la fraternidad entre cristianos y aquellos que no profesan la fe en Jesucristo caminen juntos y, se pueda profundizar y encontrar en medio de las divergencias la Verdad. En concreto se puede decir, que el Pontificado de Francisco puso su mirada en las periferias: en las personas marginadas no solo en el aspecto social y económico, sino que en términos espirituales y existenciales; una llamada a la justicia social y al respeto por la Casa Común. Su cercanía y apertura ha propiciado «esperanza» en creyentes y no creyentes en medio de un mundo tan indiferente a las diversas realidades y dramas humanos.
El nombre Francisco elegido por el Cardenal Bergoglio para dirigir su Ministerio Petrino, es un eco de las palabras de Jesús: «La felicidad está más en dar que en recibir»[8]; fue un hombre entregado a su rebaño, no en vano una frase clave de su pontificado fue: «la Iglesia debe de ser un hospital de campaña»[9], donde las heridas encuentren consuelo y los alejados un hogar; de manera que comparte las preocupaciones, sufrimientos y esperanzas contemporáneas. Es manifiesto en él un carisma de acogida y escucha sensibilizándose por las carencias y vacíos sociales y espirituales de hoy. En su vocación misionera como jesuita expresó siempre la «alegría del Evangelio», contagiando de confianza y esperanza, a todos aquellos que se abandonan en la fe en Jesucristo, así lo propuso desde el inicio con su primera exhortación “Evangelii Gaudium” (2013), en la cual, insiste en el gozo de la fe, reflejado en principio por todos los pastores de la Iglesia, impregnando ese entusiasmo a todo el rebaño.

El Papa viñador: promesa y paciencia

La paternidad del Papa es cultivar y podar con paciencia incluso en tierras áridas, la certeza de la Salvación. Esta labor de sembrador en el viñedo del Dios Padre, es en procura de fomentar un diálogo con Dios, germinando un verdadero encuentro, una experiencia vivida, una realidad tangible en la vida y, así responder con certeza al llamado de la santidad, meta de todo bautizado: cosechar frutos de esperanza para el gozo de los bienes futuros. Es en esta vocación como sucesor de Pedro que el Papa se convierte en un testimonio que habla con sus gestos y palabras de la persona de Jesús y, de como cada persona es también impulsada a realizar aquello agradable a la armonía fraterna y filiar, mientras se florece en esta vida terrenal en espera de los anhelos del reino.

Testigo de la esperanza que no defrauda

En conclusión, el Pontífice, hace una lectura profunda de la constante evolución del mundo: de las desavenencias y aciertos, para iluminarlos con esperanza según la ley del Evangelio, forja puentes y, al mismo tiempo acompaña al pueblo de Dios a cruzarlos, busca la comunión en aquellos que no conocen a Cristo tratando de conciliar y descubrir en ellos las semillas de la Verdad, esparcidas en la Creación para que den fruto en una fraternidad universal, no se exime su labor de debilidades, pero en eso radica la belleza del cristiano: en medio de la fragilidad el Espíritu Santo se persevera en la fe y la caridad; por lo que el Papa confiado en la persona de Jesús, sostiene firme y fértil la vida de las criaturas de Dios, en las certezas de la fe asegurando, que la existencia humana, está llamada a gozar de las bienaventuranzas del Reino del Padre.

Referencias bibliográficas

[1] Cf. Lg n. 23; Jn 21, 15-17.

[2] Cf. Ez 34, 11-16

[3] Cf. Sal 23

[4] Jn 14, 6

[5] Cf. Eg n.114

[6] Cf. Amoris Laetitia, n. 303

[7] SS.PP. Francisco, “Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia en el mundo Praedicate Evangelium”, Roma, Ciudad del Vaticano, 19 de marzo 2022. 

[8] Hch 20,35

[9] Eg n. 43

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