¿Por qué es importante conocer la mística católica?

Siempre lo he dicho: El día en que los católicos descubran el tesoro de la mística, irrumpirá un nuevo Pentecostés en la Iglesia.


¿Y qué fue Pentecostés sino una súbita irrupción del Espíritu Santo en las almas de los primeros maestros espirituales que Cristo constituyó para su Iglesia? En Hechos 2,1-47 se nos narra algo maravilloso: la irrupción del Espíritu Santo suscitó una profunda experiencia de encuentro con el Dios inefable. Trascendió las diferencias culturales y lingüísticas (Hch 2,5-11), pues el descenso de la tercera persona de la Santísima Trinidad fue a lo esencial en todos nosotros.

¿Qué es lo esencial? Nuestra naturaleza humana, capacitada por la gracia santificante para la unión íntima y transformante con el Dios Uno y Trino. De esto trata justamente la mística católica; en eso consiste su verdad y universalidad.

El camino para todos, pero un camino angosto

La Sagrada Tradición de la Iglesia, en su dimensión intelectual, religiosa y mística, es descomunal. Desborda lo que podríamos comprender en toda una vida. Dos milenios no han transcurrido en vano. De ahí que grandes teólogos llegaran a reconocer en tiempos recientes que la mística es un aspecto intrínseco a la fe.

La mística es la esencia de la fe porque es la experiencia de conocer y sentir directamente a Dios en el alma. Es la dimensión misteriosa del catolicismo que ha atravesado su historia desde los orígenes hasta la actualidad. Es el camino, pero uno angosto, cuya puerta es estrecha, la cual Cristo nos invita a cruzar para ascender a la plenitud de la vida.

“Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” (Mateo 7,13-14)

¡Cuánto se evita hablar de la condenación y el infierno para no ofender a la frágil sensibilidad que predomina hoy! Pero contrario a esta postura políticamente correcta, Cristo es siempre claro.

Sí, podemos perdernos. Son muchas las almas que prefieren cruzar la puerta ancha que lleva al infierno, y son pocas las que encuentran el camino angosto que lleva a la vida eterna.

Dicha posibilidad de condenarse siempre estará presente, pues somos libres de elegir cómo habremos de vivir. Pero el Señor nos infunde esperanza: aunque la entrada sea estrecha y angosto el camino, este nos llevará a la vida eterna. Ese es el camino de la mística católica.

El único camino verdadero, pero el menos enseñado

El tesoro de la mística, está en ser un camino angosto. Pero esto no significa que sea para una élite, o para unos cuantos privilegiados que tienen mucho tiempo libre. La razón de que el Señor nos afirme que pocos lo encuentran es porque son pocos los que realmente entregan toda su vida y su ser a Dios. Cada uno, desde su propio contexto, puede elegir permitirle al Espíritu Santo irrumpir en su vida para transformarla. En eso consiste el tesoro de la mística: en dejarse transformar por el Altísimo.

El católico, inclusive, puede parafrasear al salmista con San Pedro: “Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.” (Hch 2,28). Hemos recibido el don de la fe desde el Bautismo, pero ¿realmente podríamos parafrasear esto desde el corazón?

Cristo nos ha dado un tesoro inagotable a través de su Iglesia, de ahí la gran responsabilidad de conocerlo y compartirlo, pues “a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.” (Lc 12,48)

La gran ironía es que, aunque la mística sea la fe en su máxima expresión y profundidad, es de lo menos enseñado en la Iglesia. Por ende, es de lo menos conocido por los católicos. Poco hay de mística en muchas parroquias y diócesis, y mucho de tediosa rutina o activismo apostólico.

Y aclaro, no tengo nada en contra del apostolado, pues es indispensable para la misión evangelizadora de la Iglesia. Pero un apostolado que no esté fundamentado en una profunda y transformante experiencia de Dios será como un pozo seco.

El desafío y la respuesta ante la crisis que vive la Iglesia: redescubrir la mística

Hemos de comprender que la crisis que vive la Iglesia en todos los ámbitos es ante todo una crisis espiritual; una sequía de fe. Si a esto le sumamos las condiciones de vida de las sociedades contemporáneas, nos podemos encontrar con un panorama desolador. Lo que predomina es una indiferencia generalizada hacia Dios.

Al interior de la Iglesia, salvo en unas cuantas comunidades, grupos apostólicos, conventos y demás, la mística es prácticamente inexistente en la vida de la mayoría de los católicos. ¿Cómo hemos de llevar a Cristo a otros si antes no lo hemos conocido en el silencio interior de nuestras almas? ¿Hemos siquiera descubierto ese silencio interior? ¿Qué palabras de vida eterna saldrán de nuestros labios si no existe un diálogo permanente con Aquel que es la fuente de toda eternidad?

¿Qué hacer? Despertar, y salir de esa tibieza y letargo que a tantas almas carcome. Con pesar veo cómo la Iglesia se ha vuelto muy política, y poco o nada mística. Hay mucho ruido, mucha palabrería, y poco silencio y oración.

Hay mucha necesidad de estar a tono con el mundo y sus exóticas ideologías anticristianas. Mucha necesidad de adaptarse a una época que más bien hay que perfumar con el buen olor de Cristo (2 Cor 2,15).

Por ello, la mística se nos revela como el camino para redescubrir el verdadero sentido nuestra fe, así como de la totalidad de nuestra existencia. Una bendición que ciertamente reconozco de esta época es el amplio acceso a la información, pues nos da muchas más posibilidades de conocer el inagotable tesoro de la mística.

Pero está en nosotros como católicos el seguir sumergiéndonos en ellos. Aprender de ellos, y dejarnos transformar por todo lo que Jesucristo ha revelado y confiado a su Iglesia.

3 comentarios en “¿Por qué es importante conocer la mística católica?”

  1. Maritza María Chaves Somarribas

    Los seres humanos somos muy imperfectos. Le fallamos al Señor constantemente. Aquí lo importante es rectificar, pedir perdón al Señor por ser tan débiles y fortalecernos para seguir adelante, tomados de su mano.

  2. Gerardo Piedra Castillo

    De enorme cuantía valorar abiertamente el darse a la posibilidad de vivir la mística, como aquel encuentro con el amado, el que nos llama por nuestro nombre, aquel que nos ha elegido primero y que se hace uno con nosotros en el Misterio Eucarístico. El saber elegir o más bien pensar, el cual según un viejo filósofo dijo que el arte de pensar es muy escaso, cuanta razón, vamos o venimos al son de las diferentes corrientes ideológicas, las cuales con claridad muestran valores amorfos, ajenos o contrarios a os valores de la Buena Noticia; cuan importante debe ser que la Iglesia se replanté su papel de Maestra, pues su enseñanza ha quedado un tanto desactualizada o sin evolucionar, pues el mundo moderno exije otras dinámicas, la Iglesia no puede quedar anquilosada, debe ser alma y motor en los espacios de fe, acojer no solo como Madre sino educar con más ahinco a su hijos.
    Cuanto bien poder recogernos en el silencio, aquel que se nos puede proveer, con exquisita postura, de rente a la mesa del sacrificio eucarístico o en alguna capilla frente a Jesús Sacramentado, ahhhhh que deliciosa dulsura vertir una simple mirada de contemplación y vaciar el corazón ante aquel que es el amor y la misericordia misma, dejemos el tel+efono móvil, la tableta, la laptot o la pantalla de televisión y sumergirnos en su amor, escuchar su voz, y así escapar por unos instantes de los agitados afanes del mundo. La mística que hermosa y necesaria en la vida el cristiano junto a otras prácticas de piedad, as cuales reforzarán no solo la identidad sino la dirección de fe y esperanza.

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